Un motivo para charlar

La biografía (si se me permite) de una novela puede ser excusa suficiente para la natural conversación entre un escritor y sus lectores, ¿no les parece?

lunes, 5 de abril de 2010

Tiempos, esperas y otras vicisitudes

Si te consideras escritor, deseas publicar, pero publicar es más difícil que escribir, incluso que escribir bien. A mí me ha pasado. He llegado a ver mi nombre impreso en letra de imprenta en algunos de mis textos, pero nunca más allá de la participación en antologías colectivas fruto de la declaración de finalista en certámenes literarios. En dos ocasiones he visto mi nombre junto al título de la novela correspondiente en la portada de sendas ediciones. Fueron "La Barca Voladora" y "El silencio entre las palabras", por ese orden, orden, por otro lado, contrario al de su finalización por mi pluma. Ambas fueron un bonito y breve sueño en la editorial Creápolis Impulsa, de impresión bajo demanda, que llegó a vender algo así como un centenar de ejemplares en mi círculo personal de amigos y conocidos gracias a mis esfuerzos promocionales (los únicos que hubo). Creápolis desapareció al no poder hacerse cargo sus creadores de un trabajo que no les reportaba más que quebraderos de cabeza. El sueño se desvaneció en la vigilia cruel.
Una semana antes de que Creápolis echara sus cierres, la editorial Baile de Sol me envíó un correo electrónico con las palabras que todo escritor novel desea leer. Su comité de lectura había aprobado la publicación de mi obra. En su texto no indicaban a qué obra se referían y tuve que tirar de archivo (bendito Access) para saber a cuál se referían. Era "El silencio entre las palabras" la novela elegida, mi primera novela larga terminada, mi primera experiencia total como escritor.
En su comunicado me preguntaban si todavía seguía interesado en la publicación y la pregunta no era baladí. Su correo databa de finales del año 2008; yo les envié el texto en el 2005 y pretenden publicarla a lo largo del 2010. Esos son los tiempos requeridos para ser publicado en mi caso.
Por supuesto, acepté. Firmé un contrato con lágrimas en los ojos de orgullo y satisfacción y ahora me encuentro esperando, en pleno mes del día del libro, a que el proceso de galeradas, elección de portada y demás tecnicismos se materialicen.
Ser escritor requiere de la paciencia del agricultor. permaneces junto a tus plantas como si nunca fuesen a crecer y un día ves que el fruto está maduro. Mientras, sólo miras al cielo... por si llueve.