Un motivo para charlar

La biografía (si se me permite) de una novela puede ser excusa suficiente para la natural conversación entre un escritor y sus lectores, ¿no les parece?

miércoles, 4 de julio de 2012

Lo difícil que resulta ver el libro en las librerías

Si algún ingenuo escritor pensaba que en cuanto le publicase una editorial iba a ver sus libros en las estanterías de las librerías, o ha sido publicado por una gran editorial o es un ingenuo. Y una de las grandes características de mi personalidad es la ingenuidad.

Desconozco cómo funciona la distribución de una novela recién publicada. No sé cómo han de ser los contratos ni lo que reflejan, las cuestiones de transporte, devoluciones, plazos, costos... ni idea. Lo que sí se es que, a pesar de que a nivel de internet muchas librerías, incluo algunas de las más grandes como la Casa del Libro o El Corte Inglés, ya comercializan El silencio entre las palabras a través de ese medio, con lo que se encarece por los gastos de envío, ningún establecimiento de venta de libros lo incluye en sus stocks si no hay cierta demanda.

Aquí es donde comienza el círculo infernal (un paso más grave del vicioso): si no se ve en las estanterías, el libro no se vende; si no se vende, no se genera demanda; si no se genera demanda, no se incluye en las estanterías. ¡Arg!

Y puedo empezar por otro lado. Después de un gran esfuerzo por dar la obra a conocer, fustigando a familiares, amigos y conocidos de un modo inmisericorde, perdiendo la vergúenza  y el pudor incluso, los hay que se acercan a las librerías y preguntan por el libro. Pero el libro no está disponible, con lo que se llevan el chasco. Muchos potenciales compradores incluso supongo que se enfrían, porque a nadie le apetece que le digan que no varias veces, o sea, más de una, con lo que el círculo sigue girando. Si ni aún preguntando por él se consigue, ¿cómo se conseguirá crear la demanda suficiente, que además ha de permanecer estable y latente y sin lograr fruto durante cuánto tiempo hasta que las librerías decidan incluirlo en sus stoscks? Ni idea.

Me dice un operario de la Casa del Libro que lo importante es que se pregunte por él. Yo, a su vez me pregunto: ¿cuánto se ha de preguntar? ¿quién lleva la cuenta? ¿existe una cuenta para esto? ¿cuánto aguantarán los potenciales lectores que, queriéndola comprar, no pueden antes de desistir? Si incluso se pierden las ventas de los que desean comprar la obra, ¿cómo esperar que la quieran los que ni siquiera la conocen porque además no tienen la oportunidad de echarle un ojo en una estantería?

¿Es la respuesta únicamente el tener un presupuesto considerable para financiar una campaña publicitaria?

¡Puf! ¿Cuántas preguntas?

Mientras, no queda otra, porque la ilusión no se pierde (de momento es fuerte) que trabajar como una hormiguita para que la obra se vaya conociendo en áreas cada vez más amplias, todo lo amplias que un autor en solitario se puede permitir, ayudado por quienes más le quieren, para repetir y repetir y repetir "El silencio entre las palabras", "El silencio entre las palabras", "El silencio entre las palabras", a todo aquel que tiene la mala suerte de poner su oreja cerca de mi boca.

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